miércoles, 25 de agosto de 2021

A propósito de la restauración del libro "Vizcaya. Lecturas"

A PROPÓSITO DE LA RESTAURACIÓN DEL LIBRO «VIZCAYA. LECTURAS» 

En marzo de 2020 Verjura y Corondel recibió el encargo de restaurar el libro escolar «Vizcaya. Lecturas». Publicado en 1923, su valor histórico resulta hoy importante tanto por la profunda huella gráfica y textual que nos deja de aquel principio de siglo como por el elenco de figuras que intervinieron en su realización. 


Estado inicial del libro


I. La edición del libro

El éxito inicial que conoció «Vizcaya. Lecturas» como libro escolar (llegó a ser premiado por la Diputación) se debió tanto a las particulares características de su edición como a la moderna propuesta metodológica que planteaba. Respecto a las primeras, en el proceso editorial fueron cuidadosamente considerados aspectos como el formato, la utilización de las últimas técnicas de fotograbado o el diseño de la cubierta. Así, el libro se realiza en un moderno y eficaz formato de pequeño tamaño (trece por diecinueve centímetros y apenas dos de grosor, un verdadero libro de bolsillo adelantado a su tiempo) y en tapa dura, especialmente apropiada para el uso intensivo al que estaba destinado. En sus trescientas páginas quedan impresas treinta figuras, entre gráficos, mapas y dibujos, y ciento setenta fotograbados realizados a partir de una selección de fotografías de la provincia de la más diversa tipología: paisajes urbanos y rurales, personajes típicos, edificios notables, actividades económicas y un largo etcétera. 
Tampoco se descuida un elemento tan atrayente como la cubierta cuyo diseño se encarga al conocido artista Antonio de Guezala, que con apenas tres tintas y un dibujo de trazo geométrico y sencillo propone una acertada vinculación al texto. 

Respecto a la segunda, la propuesta metodológica, el planteamiento que articula el contenido de la obra supone un ejemplo de asimilación de las nuevas doctrinas educativas al entender la materia docente, la Geografía, mas allá de lo estrictamente físico. Sin duda, el autor de la obra, Bonifacio Arrabal Álvarez, estaba al tanto de las más modernas teorías en metodología de la Geografía y en especial de la nueva e influyente corriente francesa: de su precursor, Élisée Reclus (1830-1905), que fue pionero de la geografía social y responsable de numerosos trabajos especializados en geografía humana y económica; igualmente debía de conocer la obra de Paul Vidal de La Blache (1845-1918), padre de la escuela francesa de Geografía y creador de la Geografía Regional; y también la de Marcel Dubois (1856-1916) cofundador junto con el anterior de la revista «Annales de Géographie». La implicación de «Vizcaya. Lecturas» con los nuevos postulados dará como resultado, además de los apartados reservados a la geografía tradicional (Relieve, Hidrografía o Clima), la inclusión de capítulos definidos por nuevos epígrafes: Población; Agricultura; Subsuelo. Minerales y su explotación; Navegación, Industria y Comercio; Comunicaciones; Historia; Administración; El Arte en Vizcaya; Vizcaya Deportiva y, para finalizar, un capítulo dedicado a la capital, Bilbao. 

Portada



II. Contexto de la publicación 

La publicación de «Vizcaya. Lecturas» se vio favorecida por dos factores que contribuyeron finalmente a su definitivo éxito: de un lado, la ausencia de una obra de sus características en el mercado editorial escolar y, por otro, la oportunidad del momento en que había de publicarse. El desarrollo económico de Bizkaia durante los cuarenta años que transcurren ente 1880 y 1920, fruto de un intenso y rápido proceso de industrialización, no tuvo precedente en su historia. El auge de la minería fue espectacular en los últimos veinte años del fin de siglo y la burguesía minera obtuvo unos beneficios que no tardó en invertir en instalaciones siderúrgicas y empresas metalúrgicas cuyo resultado fue el inicio del establecimiento de un sólido tejido industrial. Los altos rendimientos de los últimos años del siglo acabaron por consolidar el proceso y permitieron la proliferación de iniciativas financieras, de bancos y entidades inversoras, de infraestructuras ferroviarias, de nuevas empresas navales y de un sinfín de establecimientos industriales de todo tipo. El impacto de este fortísimo desarrollo industrial, aunque más moderado en las dos primeras décadas del nuevo siglo, quedó reflejado en un drástico aumento de población, que creció por encima del 100 % en estos años, pasando de los 190 000 habitantes del año 1880 a los 409 000 del año 1920. Otra consecuencia inmediata fue la alteración del tejido social y, con ella, la multiplicación de las dicotomías: el aumento de la clase obrera era correspondido con el afianzamiento de la burguesía capitalista; al creciente nacionalismo vasco se oponía el nacionalismo español, ya fuese monárquico o socialista; el intenso desarrollo económico, social y urbano de Bilbao tuvo su correlato en el total estancamiento del medio rural y del mundo del caserío. 

Es en este contexto de transformaciones económicas, sociales y políticas en el que se publica «Vizcaya. Lecturas»: un texto didáctico estructurado en torno a la moderna metodología de la Geografía Regional, lo que le proporcionará el favor y la compra de ejemplares de las instituciones locales; un libro publicado en pleno apogeo de la demanda de nuevo material educativo como consecuencia del fuerte aumento de la población escolar; una publicación, en fin, que surge en el momento óptimo que le permite aprovechar el proyecto institucional (las Escuelas de Barriada) generado con el fin de paliar el desfase educativo y cultural que afecta a Bizkaia en las zonas rurales. 

El proyecto de las Escuelas de Barriada, promovido por la Diputación de Bizkaia en el año 1920, tenía como objetivo corregir los altos niveles de analfabetismo que afectaban al entorno rural. Un espacio de población dispersa en el que los niños encontraban serias dificultades para asistir a las escuelas situadas en los núcleos de población. En 1930 se habían completado ya las cien escuelas que estaban previstas y durante la II República se levantaron veinticinco escuelas más alcanzando un censo escolar que superaba los seis mil alumnos. Concebidas en origen como escuelas vascas, el proyecto no tardó en sufrir serias modificaciones en función de las cambiantes políticas educativas ejercidas desde la Diputación y no volvería a recuperar aquel carácter original. Su funcionamiento se regulaba por un reglamento en el que quedaban incluidas las Juntas de Inspección, las Cantinas (comedores), el Personal docente y el propio Régimen escolar. También estaban bien definidas las directrices que habían de contemplarse en la construcción de los edificios, en su mayoría levantados por los ayuntamientos, aunque en ocasiones por los propios vecinos. El proyecto, que gozó del reconocimiento popular, consiguió aumentar la tasa de escolarización y reducir los niveles de analfabetismo en el medio rural. 

Este ejemplar perteneció a una alumna de la escuela de barriada de Las Muñecas, en Sopuerta (Bizkaia). María Dolores Hurtado caligrafió con esmero sus datos en las contraguardas dejando constancia de su posesión. 

Anotación de la propietaria



III. Los autores de la publicación 

En relación con los profesionales que intervienen en la publicación del libro el mayor peso lo lleva el propio autor del texto, el maestro de escuela Bonifacio Arrabal, aunque quizá llama más nuestra atención el creador de la ilustración de la cubierta, Antonio de Guezala, uno de los artistas más reconocidos y apreciados del momento. Y no hay que olvidar la presencia de Luis Santos Llorente, responsable de los grabados fotográficos, y la de Echeguren y Zulaica, impresores del libro. 

Bonifacio Arrabal Álvarez (Barco de Ávila, 1894 - Madrid, 1946) fue un activo y notable maestro, aunque también periodista y editor, que ejerció la docencia a partir de la segunda década del siglo. Aprobada la oposición a maestro en Valladolid, en 1915 tomó como destino Bilbao, sin duda atraído por la creciente demanda de docentes que imponía, como queda señalado, el desarrollo de la capital en esos años, y allí ocupó plaza en las Escuelas Cervantes de la calle Lersundi. En 1920 ostenta además el cargo de secretario de la Delegación Regia de Primera Enseñanza (representación provincial del Ministerio de Educación) que tenía sus oficinas en la calle Ledesma. Tres años más tarde publica la obra que nos ocupa, «Vizcaya. Lecturas» y en 1926 un resumen de la misma en cincuenta páginas, «Geografía de Vizcaya», publicado por Librería Pedagógica de la calle Ascao. Con posterioridad publicará un título más, «Guipúzcoa. Lecturas», similar al primero y con la misma finalidad didáctica, y escribe diversos ensayos y artículos sobre pedagogía en prensa especializada. En enero de 1927 Arrabal es nombrado director de la Escuela Graduada de Iturribide, tiene 33 años y está en el apogeo de su carrera. Es precisamente un año después cuando comenzará su declive, a raíz de una denuncia por malversación de fondos interpuesta por la Asociación Circunescolar (integrada por el profesorado y padres de alumnos) de las Escuelas de Iturribide. El proceso abierto finalizó con el dictamen de diciembre de 1930 que le separaba de la enseñanza por un periodo de un año con suspensión de sueldo incluida. Dos años después Bonifacio Arrabal parece haber superado aquel trance y lo encontramos de maestro en la Escuela de Carabanchel Bajo de Madrid. Sin embargo, finalizada la Guerra Civil, se vio involucrado en el represivo proceso de depuración del magisterio y acabó siendo separado definitivamente del mismo en 1940. Fue acusado de colaboración con la prensa separatista de Bilbao, de indiferencia religiosa, de dudosa conducta en materia económica y, especialmente, de la evacuación de niños a Francia (labor que realizó en 1937 siendo director de las Colonias Infantiles establecidas en Matadepera, Barcelona). Atravesó entonces un momento realmente crítico y solo consiguió su rehabilitación después de tres años de alegaciones y de presentación de pruebas en su defensa, entre las que se incluyeron un carné a su nombre de la Agencia de Prensa Asociada (controlada entonces por Acción Católica) y el testimonio de un religioso al que había salvado de ser detenido. Alejado de la docencia, los últimos años de su vida sobrevivió publicando artículos en prensa, sobre todo como redactor de la revista Radiocinema en la que aparece con frecuencia su firma. 

Sobre el responsable de la ilustración de la cubierta, Antonio de Guezala y Ayrivié (Bilbao, 1889-1956), existe abundante información documental y bibliográfica. Hombre culto, erudito y de desbordante energía, desarrolló un activo papel en instituciones y círculos artísticos locales como la Asociación de Artistas Vascos, de la que fue fundador y presidente, la Sociedad de Estudios Vascos, que también presidió, y el Museo de Arte Moderno de Bilbao entre los más significativos. De vocación temprana y autodidacta, fue un artista polifacético y multidisciplinar que adoptó los lenguajes de la vanguardia, especialmente el cubismo, el futurismo y el art déco, tanto en la pintura como en las más dispares disciplinas, desde el grabado, la ilustración, la fotografía, el cartelismo, la caricatura o los ex libris hasta la escenografía teatral. Paradigma de obra que responde a los cánones de esa vanguardia es la ilustración de la cubierta que nos ocupa, realizada a base de tintas planas y formas geometrizadas, en la que el artista sintetiza de forma magistral la esencia del contenido y el carácter escolar del libro en una muestra, muy propia de Guezala, de su innata pulsión creativa. 

La autoría de las imágenes interiores correspondió a Luis Santos Llorente, fotograbador que había trabajado previamente en Madrid y que, al igual que el autor del libro, se desplazó a Bilbao atraído por el desarrollo industrial de la villa. Instalado inicialmente, bajo el nombre de Santos y Compañía, en la calle Cosme Echevarrieta, en 1927 solicita licencia municipal para la apertura, ya como Fotograbado Arte, de un nuevo local en la calle Espartero. En sus talleres se elaboran todo tipos trabajos de edición, huecograbado y fotograbado: edita un buen numero de libros, publica la revista «Bilbao Gráfico», realiza placas comerciales de negocios, chapas de matrícula para carros y taxis, tarjetas postales, folletos turísticos, carteles publicitarios, calendarios y billetes de banco. 

Finalmente, en relación con la empresa encargada de la impresión del libro, Tipografía y Encuadernación Echeguren y Zulaica, apenas disponemos de información documental. Quizá la más reseñable de todas sea la realización, en 1926, de «Anales de la Federación Vasco-Navarra de Alpinismo» primer número de la que con el tiempo será la célebre revista «Pyrenaica», hoy decana de las publicaciones en su género. 

IV. La restauración del libro

El volumen presentaba la cubierta parcialmente suelta debido a rotura y pérdida de la tela del lomo. Las esquinas de las tapas también habían perdido parte del cartón y de la tela del forro. Las guardas estaban desgarradas en los cajos y en la unión con el bloque de hojas. 

La intervención consistió en el desmontaje de la cubierta y despegado de las guardas, limpieza de las hojas con brocha para eliminar residuos y la consolidación del cosido. Se reintegró en cartón de las esquinas y la tela de la cubierta. Las guardas se reforzaron en la zona de unión con el bloque de hojas y todo ello se reincorporó a la cubierta original. Finalmente se protegió en una caja realizada a medida con cartón de conservación.

Restauración de la cubierta

Estado final